«Entendiendo que la Feria es también un gran epicentro de la cultura argentina –agregó-, buscamos enriquecerla con otras expresiones artísticas que dialoguen con el libro. Este año, por primera vez, el Museo Nacional de Bellas Artes tendrá su propio espacio en el Pabellón Ocre».
Y añadió: “Hemos firmado un acuerdo con la Universidad Católica Argentina para la realización de un estudio estadístico integral sobre nuestra Feria, trabajo que nos permitirá dimensionar su impacto económico, evaluar el nivel de satisfacción de los profesionales que nos visitan, conocer en mayor profundidad al público asistente y, a partir de estos datos, proyectar una mejor Feria para todos. Queremos saber más para optimizar nuestras propuestas y tomar decisiones que satisfagan las expectativas de nuestros diferentes públicos”.

Dado que este año la ciudad invitada es Riyad, capital de Arabia Saudita, una de sus autoridades, Abdulatif Alwasil, hizo una breve alocución para agradecer que la ciudad haya sido invitada de honor de la Feria.
A continuación fue el turno de Leonardo Cifelli, quien el año pasado no asistió a la Feria porque consideró que estaba “politizada”. Su desafortunada intervención comenzó con una felicitación a Rainone por “su decisión de dejar atrás el tono politizado y confrontativo de las ediciones anteriores, lo que abre un etapa renovada, necesaria y profundamente valiosa».
La mayoría de sus afirmaciones fueron recibidas con insultos y abucheos. De mentiroso a corrupto y ladrón, no faltaron los epítetos del público para opinar sobre su gestión. Los abucheos fueron casi contantes y cobraron más fuerza cada vez que lo mencionó al presidente Javier Milei. Tampoco se salvó de los abucheos su hermana Karina. Aunque es difícil mensurarlo, es posible que la mención de su nombre haya cosechado aún más abucheos que la mención de su hermano.

En su discurso hubo frases poco dignas de su investidura tales como “la cultura no tiene nada que ver con la política”, que despertaron con renovada fuerza los insultos y abucheos.
Haciendo gala de la torpeza que, en general, caracteriza a los funcionarios del gobierno actual, mencionó a quien fuera hasta hace pocos meses el presidente de la Fundación el Libro, Alejandro Vaccaro, quien en su oportunidad fue crítico de la gestión de Milei y señaló en la inauguración de la 48ª Feria del Libro: “No registra la memoria de nuestra Feria que el Gobierno Nacional haya estado ausente sin un stand en este evento. La excusa de que la participación del Estado Nacional en la Feria implicaba una erogación de 300 millones de pesos no es otra cosa que una flagrante mentira”.
Cifelli, sin embargo, insistió en que la ausencia de un stand del Estado Nacional obedeció y obedece a una política gubernamental de austeridad. El dinero que se ahorra al no participar en la Feria es utilizado para solucionar temas culturales prioritarios. Claro que no especificó cuáles.
El secretario de Cultura de la Nación soportó los insultos y abucheos con cara de piedra y hasta se permitió interpelar a alguien del público ubicados en las primeras filas que criticaba al gobierno de Milei diciéndole: “¿Acaso fuiste vos el que abrió el cepo? No, no fuiste vos, fue Milei».
Luego, habló de logros de gestión y proyectos a futuro el jefe de Gobierno Jorge Macri, quien hizo también, como es su costumbre, un elogio de ocasión de la lectura.
A esta altura los ánimos estaban caldeados. Una vez más la Feria Internacional de Libro de Buenos Aires, como ocurre siempre, se había convertido en la caja de resonancia de los problemas políticos del país.
La Feria y el discurso de Juan Sasturain
El discurso de Juan Sasturain fue recibido con grandes aplausos. Sasturain se lo dedicó a Fontanarrosa, lo que produjo una ovación lo mismo que la mención de Horacio González. Meduloso y quizá demasiado extenso para la ocasión, fue absolutamente sutil en las críticas a la situación que estamos viviendo.
Como es su costumbre, se había puesto “el saco de asumir“, expresión acuñada por un amigo suyo para aludir a esas ocasiones formales en las que toca ser protagonista. Y así, vestido con el saco de asumir fue desgranando su discurso de tono macedoniano.

Su comienzo no puedo ser mejor: “Esto tendrá una dedicatoria y cabe explicarlo: la idea de uno es no defraudar expectativas, que son saludablemente genuinas, dadas las circunstancias. Pero uno (discípulo confeso de Groucho Marx) no tiene ni la voz ni la vocación vocera ni le da el cuero para ocupar este lugar central / ocasional / sensación de impostura en esta arena de lo que no deja de ser un circo. Por eso, correspondería que, como en el chiste memorable, ahora aparezca el presentador y con megáfono le explique al público presente: Señores y señoras, por ausencia del hombre bala, les ofreceremos una perdigonada de enanos… Y en el dibujo de Fontanarrosa aparecían los cinco enanitos asomados a la boca del cañón…”
Al concluir el acto de inauguración con el corte de la cinta un grupo de escritores levantó una foto de Osvaldo Bayer en la que se leía una frase que señalaba la necesidad de conocer el pasado para no repetir sus errores en el presente.

Flotaba en el ambiente un estado de triste enojo por la situación del país. Las citas de Fontanarrosa, de Horacio González y del propio Macedonio Fernández por parte de Sasturain no fueron gratuitas. Mencionar a íconos de la cultura argentina es una forma de hablar de nuestra identidad y de nuestra riqueza cultural, una apelación a todos para que no nos dejemos arrastrar hacia el abismo.