"Luego hubo una leve recuperación, pero muy marginal, y desde entonces vemos un mes que crece, otro que cae. Hay un estancamiento claro, tanto en el sector privado como en el público”.
La industria y la construcción, entre los más afectados
El informe oficial destaca que el empleo asalariado en el sector privado cayó 0,1 % en marzo, con una pérdida de 7.300 puestos de trabajo. Los sectores más afectados fueron la industria manufacturera (-0,4 %), la construcción (-0,8 %) y la explotación minera (-1,2 %).
Campos advierte que la industria es el sector más golpeado por la política económica actual, aunque de forma heterogénea. “El textil y la metalmecánica sufren más que la alimentación, por ejemplo. El tipo de cambio real y la apertura económica hacen que muchas empresas consideren dejar de producir para importar, porque les resulta más barato. A nivel micro puede parecer lógico, pero como sistema no es sostenible”, precisa. En cuanto a la construcción, el parate en la obra pública sigue impactando en el nivel de actividad y empleo. Empleo público y trabajo doméstico también retroceden
El SIPA también reporta una caída en el trabajo en casas particulares (-0,2 %) y una estabilidad frágil en el empleo público. En términos interanuales, el personal de casas particulares se redujo 3,3%, mientras que el empleo público cayó 1 %.
“En esta última categoría, se ve un ataque directo al Estado y sus trabajadores”, señala Campos, y agrega: “En el caso de las casas particulares, el fenómeno es más complejo: muchos empleadores también son trabajadores que pierden sus ingresos o el empleo, y ajustan dejando de contratar o reduciendo esas relaciones laborales”.
Salarios reales: bajos pero estables
El salario bruto promedio en el sector privado fue de $1.674.891 en marzo, con una suba del 76,6% interanual. Sin embargo, la inflación acumulada en ese período sigue por encima, lo que refleja una pérdida del poder adquisitivo.
“Los salarios cayeron fuerte a inicios de 2024, luego se recuperaron por efecto de las paritarias, pero desde febrero volvieron a retroceder”, explica Campos. “Aun así, hay cierta estabilidad que permite reordenar el presupuesto y vivir con menos, pero con algo de previsibilidad. Eso, para algunos sectores, representa una tranquilidad que no tenían”, completa.
El monotributo como válvula de escape
Mientras el empleo asalariado registrado disminuye, la cantidad de monotributistas muestra un leve crecimiento: 5.100 nuevos aportantes en marzo (+0,2 %). Según el analista, esta tendencia no es nueva, ya que “desde 2012, en contextos de estancamiento económico, el monotributo funciona como una válvula de escape del sistema laboral. No es un fenómeno reciente, pero en el último año se intensificó”.
Este mecanismo, aunque permite cierta formalidad mínima, también refleja un mercado más precarizado y con menores ingresos.
¿Qué se puede esperar?
Para Campos, el mercado laboral podría estar transitando una etapa de estabilización, aunque lejos de una recuperación. “Probablemente ya estemos en una situación de estabilidad, pero en niveles muy bajos, tanto de empleo como de salarios. No hay señales de una creación sostenida de empleo registrado. Y aunque la macroeconomía parece estar estabilizándose en el muy corto plazo, todavía hay mucha incertidumbre”, manifestó.
A esta contradicción se le suma lo que llama “efecto bienestar” que, planteó, resulta engañoso: “Estamos en un país con problemas económicos y sociales graves, pero con récord de turistas y consumo externo. Las dos cosas conviven, pero no es sostenible a largo plazo”.