Y, a pesar que no faltan los componentes nacionalistas en su gobierno, que sustentan las propuestas ideológicas de La Libertad Avanza, Javier Milei siempre está dispuesto a jugar al límite, incluso con cuestiones inconclusas desde 1833 como es el reclamo imprescriptible por la Islas Malvinas en el Atlántico Sur.


Según la publicación inglesa, Milei habría expresado en el exterior algo que no dijo en las fronteras de nuestro país. Develó que ya comenzaron conversaciones con el Reino Unido para levantar las restricciones a la venta de armas y componentes militares a la Argentina, vigentes desde la posguerra de las Islas Malvinas.


Si esto fue así, no parecen estar muy de acuerdo en Gran Bretaña. Horas más tarde, un vocero del Foreign Office lo desmintió de manera explícita: “No hay conversaciones específicas con la Argentina sobre una relajación de los controles de exportación de armas”.


Por lo que los problemas para conseguir cazas, submarinos y tanques, entre otras tecnologías de punta como drones, continuará siendo de difícil concreción.


La versión periodística cuenta con antecedentes cercanos en el tiempo del interés de los libertarios por la cuestión Malvinas.


En julio de este año, la publicación que representa los intereses del establishment mundial, The Economist, había afirmado que existe un “diálogo militar secreto entre Gran Bretaña y Argentina, un acuerdo que contrarrestaría a China y complacería a los Estados Unidos'.


'Requiere una diplomacia hábil en las Falklands”, sostenía el extenso artículo publicado por el semanario The Economist. Este hace referencia a las conversaciones efectivamente existentes entre Londres y el gobierno de Javier Milei sobre entendimientos en el ámbito militar, que siempre chocan con el tema más sensible que los enfrentó a los dos países en la guerra de 1982: la soberanía de las Islas Malvinas.


Sin embargo, Gran Bretaña volvió a negar cualquier versión periodística en ese sentido y ni siquiera confirmó el posible viaje del presidente argentino entre abril y mayo próximo, sería el primero en 27 años al suelo inglés desde que Néstor Kirchner visitó a Tony Blair en un encuentro de líderes progresistas, o la invitación que cursaría en breve la Cancillería para que el primer ministro británico visite el país.


Según trascendió en fuentes castrenses y ya con un nuevo ministro de Defensa, Carlos Presti,




 



el gobierno buscará un acercamiento a Londres en el plano de los intereses de las fuerzas armadas para que flexibilice de forma total lo que aquí se conoce como embargo de armas y equipamiento y que en el Reino Unido llaman “Políticas de licencia de exportación en las que Argentina está sujeta a controles de tránsito para bienes militares y restricciones para bienes y tecnología controlados”.


El entonces vocero y actual Jefe de Gabinete, Manuel Adorni, nunca desmintió la información de The Economist.


Desde luego que las especulaciones sobre un posible entendimiento con Gran Bretaña no hacen más que circular, en especial por la buena sintonía que tiene en la actualidad Milei con Donald Trump quien podría acelerar los pasos para un eventual acuerdo.




 



Sin embargo, los presidentes argentinos parecen tener una memoria selectiva o saber muy poco de historia.


Ni las relaciones carnales de Menem, ni los encuentros con líderes progresistas de Kirchner, ni los 'ositos de peluche' de Guido Di Tella, una estrategia diplomática poco convencional usada por el canciller argentino Guido Di Tella en los años 90, especialmente en el contexto de las Malvinas, donde enviaba ositos de Winnie the Pooh a los isleños como un gesto de buena voluntad y acercamiento, buscando suavizar tensiones y abrir canales de diálogo, una acción que generó sorpresa y se recuerda como un símbolo de su pragmatismo, a veces visto como 'frívolo' pero que buscaba avances en la relación con el Reino Unido, significaron políticas exitosas frente al muro implacable levantado por los ingleses tras las guerra de Malvinas en 1982.


Y, precisamente, fue en esos tiempos de gobierno de dictadura militar, bajo el régimen del general del Ejército, Leopoldo Galtieri y, fundamentalmente, del almirante Jorge Isaac Anaya, el integrante de la Juntas Militares que estaba más decidido a invadir las islas, en los que la Argentina se topó con otro embargo de armas que le impidió armarse debidamente para soportar la respuesta inglesa tras la recuperación argentina de las islas.


Galtieri, Anaya y compañía necesitaron de la industria armamentista francesa, en primer lugar, y luego del mercado negro para adquirir armamento que al final no sirvió.


El principal problema fue diplomático o una mala lectura diplomática de parte de Galtieri que creía estar completamente alineado con los Estados Unidos por su lucha contundente contra el comunismo castrista y de la URSS, y pensó que Reagan nunca le soltaría la mano a pesar de haber reconquistado las islas que detentaban sus “primos” ingleses.__IP__


EE.UU. se puso del lado de Margareth Thatcher y Galtieri habló públicamente de traición o de sentirse traicionado. El resto es historia conocida.


Alguna vez le preguntaron al veterano, Aldo Rico cuando se podría volver a las Malvinas e izar el pabellón nacional. Su respuesta fue contundente, cuando la Argentina vuelva a ser poderosa y tenga fuerza. En el mundo sigue dominando la fuerza por sobre la razón y una Argentina embargada y con pocas posibilidades de rearmarse con tecnología de punta aleja cada vez más el objetivo de recuperar las islas. Los ingleses lo saben, por eso nada responden